El siguiente es un mensaje dado por el hermano Watchman Nee en enero de 1934 en la ciudad de Shangai, como parte de la tercera conferencia sobre los vencedores. Este texto se basa en notas que el hermano K. H. Weigh tomó en aquella ocasión. Lectura bíblica: Juan 1:22; 2 Pedro 1:12 Quisiéramos contestar la pregunta: ¿quiénes somos? O sea, ¿qué estamos haciendo aquí? En el pasado hemos hablado poco al respecto porque éste es un tema delicado; por eso, no hemos querido hablar de nosotros mismos. No obstante, pese a que no hemos mencionado el tema, frecuentemente se nos pregunta: ¿Quiénes son ustedes? Algunos dicen que somos “La iglesia del avivamiento”, otros nos llaman “La manada pequeña”, y otros dicen que somos la iglesia de “El cristiano” [N. de T.: Watchman Nee publicaba en China una revista llamada El cristiano]. Por tanto, nos gustaría dar respuesta a esta pregunta. Primeramente, debemos aclarar que no somos otra denominación, ni otro grupo faccioso, ni un movimiento nuevo ni una organización nueva. No estamos aquí para unirnos a otro grupo ni para formar nuestra propia facción. Si no tuviéramos una comisión y un llamamiento especial de Dios, no se justificaría nuestra existencia. Estamos aquí debido a que Dios nos hizo un llamado especial.

CONFIRMADOS EN LA VERDAD PRESENTE En 2 Pedro 1:12 se menciona la expresión “confirmados en la verdad presente”, lo cual también puede ser traducido “confirmados en la verdad actual”. Pero, ¿cuál es la verdad “actual”? Todas las verdades constan en la Biblia, y no hay ninguna que no esté escrita allí; sin embargo, muchas verdades se han perdido o han estado escondidas debido a la insensatez del hombre, su infidelidad, su negligencia y su desobediencia. Las verdades han estado en las Escrituras, pero el hombre no las podía ver ni tocar. Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios sacó a la luz verdades específicas durante lapsos específicos y permitió que éstas fueran reveladas una vez más. Las verdades reveladas recientemente no son inventos nuevos de Dios, sino descubrimientos que el hombre hizo. No hay necesidad de inventar nada, pero sí de descubrir. En las generaciones pasadas, Dios ha revelado diferentes verdades. Durante épocas particulares, El ha permitido que el hombre descubra verdades específicas; este hecho se ve claramente en la historia de la iglesia. Tomemos como ejemplo a Martín Lutero en el siglo dieciséis: Dios le abrió los ojos para que viera que el hombre es justificado por la fe. Esto no quiere decir que antes de Lutero no existía tal realidad; ya existía la justificación por la fe, pero él la descubrió en una forma más definida. El entendimiento de Lutero fue extraordinario en cuanto a esta verdad. En consecuencia, la justificación por la fe llegó a ser la “verdad presente” de esa era. Cada obrero del Señor debe preguntar a Dios cuál es la verdad presente. Debemos preguntarle: “Dios, ¿cuál es la verdad presente?” Aunque en la Biblia hay muchos temas importantes y cruciales, es necesario conocer la verdad actual. No sólo debemos conocer las verdades generales, sino que también debemos entender claramente la verdad presente.

LAS VERDADES RECOBRADAS DURANTE EL SIGLO DIECISÉIS Desde el siglo dieciséis en adelante, Dios ha estado recobrando diferentes verdades. La era de la Reforma, que transcurrió durante el siglo dieciséis, fue una época de cambios monumentales en el campo religioso. Esto no quiere decir que antes de ese siglo no se hubiese recobrado nada, pues sí se recobraron algunas verdades; sin embargo, desde el siglo dieciséis en adelante hubo cambios notables. Podemos clasificar la historia a partir de la era de la Reforma en cuatro períodos: el primero, la era de la Reforma; el segundo, el período después de la Reforma, del siglo dieciséis al dieciocho; el tercero, el siglo diecinueve; y el cuarto, el siglo veinte. Primeramente, examinemos la Reforma que Lutero suscitó. Cuando él fue levantado por Dios, vio la luz y propuso que el hombre se volviera a la verdad que está en la epístola a los Romanos. Actualmente, muchos consideran la obra de Lutero como un movimiento político; sin embargo, cuando leí sus escritos y su diario, me enteré de que sus motivos y metas eran correctos. En particular, lo más sobresaliente fue que él recobró la verdad de la justificación por la fe. Por supuesto, Dios no recobró todas las verdades por medio de él, pues aunque Lutero recobró la verdad de la justificación por la fe, no hizo cambios completos con respecto a la iglesia. Por ejemplo, él todavía aprobaba la iglesia estatal y estaba de acuerdo con que ésta fuera parte del estado. Puesto que él no recibió luz en cuanto a estos aspectos de la iglesia, al poco tiempo la denominación luterana llegó a ser la religión estatal de Alemania. El propio Lutero dijo que la iglesia no debía ser controlada por el estado; no obstante, creía que los asuntos administrativos no pertenecían al Lugar Santo porque eran temporales y pertenecían al atrio. Por tanto, no resolvió esta cuestión de manera cabal. Dios permitió que la administración de la iglesia quedara sin resolverse durante el tiempo de Lutero, y aunque este asunto no fue recobrado, la verdad de la justificación por la fe sí lo fue. Dios desenterró esta verdad de entre las tradiciones, las opiniones y los credos, e hizo que fuese difundida y predicada una vez más. Cualquier persona que hubiera nacido en esa era, debía predicar esta verdad y exhortar a otros a seguirla; de lo contrario, no sería contado como fiel obrero de Dios en esa era.

EL RECOBRO DE LA VERDAD DESDE EL SIGLO DIECISÉIS AL DIECIOCHO Después de la Reforma llegamos al período comprendido entre el siglo dieciséis y el dieciocho. En 1524 surgieron en Alemania los anabaptistas, un grupo de creyentes que consideraban nulo el bautismo de infantes que se hacía por aspersión y, por ende, bautizaba a los creyentes adultos. Ellos seguían a los hermanos predecesores de Lhota, quienes predicaban que el creyente debe bautizarse después de creer. Antes, tanto la Iglesia Católica Romana como la Luterana bautizaban a los niños rociándoles agua. Los anabaptistas no sólo predicaban la verdad de la justificación por la fe, sino que avanzaron y bautizaban a los creyentes que habían sido justificados por la fe. Después de que la Iglesia Anglicana fue establecida en Inglaterra, los anabaptistas afirmaron que la iglesia no tenía nada que ver con la política, y por esta razón fueron perseguidos y exiliados. Doce años después, en 1536 Dios levantó a Juan Calvino, quien fue uno de los vasos más útiles para Dios en esa era. Calvino fue perseguido en todas partes: primero en Suiza y luego en Alemania. Dondequiera que iba encontraba oposición y exilio, hasta que finalmente, en Escocia, tuvo un nuevo comienzo y allí estableció la Iglesia Presbiteriana de Escocia. En Inglaterra, a finales del siglo dieciséis y principios del diecisiete, se formó la Iglesia Anglicana; éste fue el inicio de la iglesia estatal en ese país. Pese a que la Iglesia Anglicana se liberó de la influencia de la Iglesia Católica Romana, aun así se ligó a la política británica, por lo cual se levantaron disidentes en Inglaterra. Estos disidentes se opusieron a la religión estatal ya que no compartían las mismas opiniones; ellos procuraban lograr la separación entre la iglesia y el estado, y afirmaban que la iglesia no debería estar bajo el control del estado. Aunque denunciaban osadamente los errores de la iglesia estatal, ellos mismos no se apegaron plenamente a las enseñanzas del Nuevo Testamento. Durante esa época Dios levantó en Alemania a Felipe Jacobo Spener, quien fue pastor en 1670 de la Iglesia Luterana en Frankfurt. Para entonces, la denominación Luterana se había convertido en una religión formal. Al leer la Biblia, Spener descubrió que la iglesia estaba llena de opiniones humanas, lo cual Dios desaprobaba. Spener vio que los creyentes deberían regresar a las enseñanzas del Nuevo Testamento y, por esta razón, guió a los creyentes a practicar 1 Corintios 14. En sus reuniones enseñaba a rechazar los ritos tradicionales y a seguir al Espíritu Santo. Lamentablemente, esta práctica no duró mucho tiempo. En 1732 nació en Moravia el primer cuerpo de misioneros, los hermanos moravos. Ellos fueron el primer grupo de hermanos en salir por todo el mundo a evangelizar; el ochenta y cinco por ciento de ellos llegaron a ser misioneros que laboraban en el extranjero. El comienzo de los hermanos moravos se remonta a un hermano llamado Cristian David, quien fue regenerado a los veintidós años de edad. Antes de ser salvo, había viajado infructuosamente por todas partes buscando la verdad acerca de la salvación, pero un día halló el camino y fue salvo. Entonces, regresó a Moravia, su pueblo natal, donde empezó a proclamar esta verdad con denuedo. Dios hizo una gran obra por medio de él. A causa del avivamiento que surgió, fue perseguido y exiliado a Sajonia. Allí se encontró con el conde Zinzendorf, quien en aquel entonces sólo tenía veintidós años de edad y era miembro de la aristocracia de un pequeño reino. Debido a la persecución que había en Moravia, los hermanos huyeron de esa tierra y fueron recibidos por el hermano Zinzendorf en su territorio, donde empezaron la Iglesia Morava. Morando en las colinas de Sajonia, comenzaron a edificar una comunidad, a la cual gradualmente se unieron diferentes grupos de cristianos que huían de la persecución. Entre los emigrantes llegó un negro de las Antillas llamado Antonio. Después de haber encontrado a los hermanos, les presentó la situación de las Antillas, y algunos de los hermanos sintieron la necesidad de ir allá a predicar el evangelio. Echaron suertes y escogieron a varios obreros para que fueran con Antonio en una misión evangelística; ellos constituyeron la primera labor misionera en el extranjero, alrededor de 1732. De ahí en adelante, salieron muchos misioneros de entre ellos, y la Iglesia Morava llegó a ser el cuerpo más sólido de misioneros en ese entonces. Sus miembros se esparcieron a todos los rincones del mundo. Al mismo tiempo, el Señor había levantado un grupo de personas espirituales dentro de la Iglesia Católica. El más destacado entre ellos fue Miguel de Molinos (1640-1697). El escribió un libro llamado La guía espiritual, en el que enseña que uno debe negarse a sí mismo y morir con el Señor; este libro influyó en muchos durante esa época. Uno de sus contemporáneos fue la señora Guyón (1648-1717), quien conoció aún más profundamente las experiencias de negar el yo y unirse a la voluntad del Señor; su autobiografía tiene un gran contenido espiritual. Además, el padre Fenelón, un obispo de esa época, estuvo dispuesto a sufrir por el Señor y laboró juntamente con la señora Guyón. Por medio de todos ellos, Dios comunicó muchos mensajes espirituales. En ese entonces las personas que tenían experiencias espirituales profundas se encontraban en la Iglesia Católica, ya que el protestantismo solamente prestaba atención a la doctrina de la justificación por la fe. A la par de estos tres vivió Gottfried Arnold, quien escribió muchos libros en cuanto a la iglesia. El llegó a la conclusión que la iglesia se había desviado de la verdad y debía regresar a lo revelado en el Nuevo Testamento para ser edificada. Aquí podemos ver dos corrientes: la de los creyentes como Molinos, Guyón y Fenelón; y la de los creyentes representados por Arnold. En nuestra revista El testimonio actual, publicamos el artículo La corriente del Espíritu, escrito por la señora Guyón. Por medio de sus escritos podemos ver que ella verdaderamente era una persona espiritual. En cuanto a Arnold, él mayormente recobró asuntos más externos, pues propuso que los cristianos regresasen a lo que está escrito en el Nuevo Testamento. Estas dos corrientes se unieron en 1700 cuando nació la iglesia “en Filadelfia”, que significa “amor fraternal”. En ese tiempo, al leerse los capítulos dos y tres de Apocalipsis, se comprendió que el protestantismo realmente había salido del catolicismo; sin embargo, como resultado llegó a ser sólo la iglesia en Sardis, por lo cual no hubo un recobro completo. A diferencia de otras organizaciones, ellos no llamaban a las personas a salir de los grupos religiosos en donde estaban ni insistían en que salieran de sus denominaciones; sencillamente se reunían por todas partes. Desde el año 1670 en adelante, las reuniones de ellos surgieron una tras otra, y su testimonio se manifestó en Inglaterra, en lugares tales como Leeds y Bradford. Ellos llegaron a ser los testigos más fieles del siglo dieciocho. Aunque Zinzendorf trató de absorberlos en la Iglesia Morava, no lo logró. A principios del siglo dieciocho hubo un gran avivamiento en Inglaterra. En 1729 Dios levantó a los dos hermanos Wesley, y por medio de ellos trajo un enorme avivamiento, el cual fue el comienzo de la Iglesia Metodista. Los hermanos Wesley, a quienes llamaban metodistas, fueron las figuras clave del siglo dieciocho. Antes de ser salvo Juan Wesley se esforzaba por ser bueno, y aunque no era salvo, se fue a los Estados Unidos como misionero. El testificaba que, pese a haber escuchado la verdad de la justificación por la fe, nunca pudo comprenderla. Más tarde un hermano moravo lo ayudó diciéndole: “Sólo predica la justificación por la fe hasta que tú mismo estés seguro de que has sido justificado por la fe”. Al poco tiempo fue salvo. Después de recibir la salvación, los dos hermanos inmediatamente empezaron a predicar este mensaje por todas partes. En aquel entonces no se permitía predicar el evangelio al aire libre; sólo se podía predicar dentro del santuario porque se pensaba que la Palabra santa debía proclamarse solamente en un lugar santo. No obstante, estos dos hermanos, junto con Jorge Whitefield, empezaron a tener reuniones al aire libre y así trajeron muchas personas al Señor. El tema principal de los mensajes de Juan Wesley era la doctrina de la santificación. Con él empezó la enseñanza de la erradicación del pecado, aunque también enseñó que la santificación venía por la fe. El movimiento misionero al extranjero comenzó después de la muerte de Wesley, y la primera organización que se estableció fue la “Sociedad Misionera de Londres”. Aunque esta institución empezó sin ninguna afiliación denominacional, más tarde quedó bajo la directiva de los congregacionalistas. En 1799 la Iglesia Anglicana formó la Sociedad Misionera Eclesiástica (C.M.S.). Los metodistas también agrandaron el campo de su organización misionera, y formaron la presente Sociedad Misionera Metodista. En conclusión, las reformas del siglo dieciséis tuvieron gran difusión mientras que las del siglo dieciocho no. Las reformas del siglo dieciséis afectaron al mundo no sólo espiritualmente, sino también política y socialmente; las del siglo dieciocho mayormente ejercieron una influencia espiritual. El movimiento más notable del siglo dieciocho fue el testimonio de la iglesia en “Filadelfia”, ya que ellos asimilaron lo que había sido recobrado anteriormente y retuvieron todas las verdades principales.

LA VERDAD DIVINA QUE SE DESCUBRE DURANTE EL SIGLO DIECINUEVE El siglo diecinueve vio un avivamiento completo. Primeramente, estudiaremos a Juan Nelson Darby y el avivamiento que él representa. En 1827 se levantó un grupo de personas en Dublín, Irlanda, entre los cuales había hombres tales como Eduardo Cronin y Antonio Norris Groves; ellos vieron que muchas actividades de la iglesia carecían de vida y no eran más que ritos, por lo cual empezaron a pedirle al Señor que les mostrara la iglesia según la revelación bíblica. Después de mucha oración y comunión mutua, entendieron que debían reunirse según el principio presentado en 1 Corintios 14 y, como resultado, comenzaron a partir el pan en la casa de un hermano. Al poco tiempo Juan Nelson Darby, un exministro anglicano, empezó a reunirse con ellos y a exponer la Biblia. Gradualmente entre ellos se manifestaron otros expositores de la Biblia, tales como Guillermo Kelly, C. H. Mackintosh, B. W. Newton y J.G. Bellett. Al leer los libros de ellos vi que hay un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo, y entendí el error de las organizaciones denominacionales. La iglesia no debe ser formada por las opiniones humanas, sino que debe permanecer directamente bajo la dirección del Espíritu Santo. Al examinar las organizaciones eclesiásticas actuales, vemos muchas tradiciones y opiniones humanas, pero muy poca orientación directa del Espíritu Santo; esto no concuerda con el deseo del Señor. Según la voluntad de Dios, la iglesia no debe estar bajo el control del hombre, sino bajo la dirección del Espíritu Santo. Todos los que pertenecen al Señor deben ser guiados por el Espíritu Santo y no por las directrices humanas. Todas estas verdades fueron descubiertas por la Asamblea de los Hermanos. Además, los Hermanos hicieron muchos descubrimientos acerca del milenio, el arrebatamiento y las profecías mencionadas en Daniel y en Apocalipsis. Ellos fueron los expositores más prominentes de los tipos y figuras que se encuentran en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el comentario del Pentateuco por C. H. Mackintosh es la máxima autoridad en su categoría, y fue muy recomendado por el evangelista D. L. Moody. Los Hermanos también presentaron con mucha claridad la diferencia entre las profecías bíblicas con respecto a los judíos y con respecto a la iglesia. Hasta ese entonces, muchas personas confundían las profecías acerca de los judíos con las profecías acerca de la iglesia, y pensaban que las profecías con respecto a los judíos ya se habían cumplido en la iglesia. Además de estos temas, los Hermanos también publicaron muchos otros escritos. Durante este período surgieron muchos hermanos espirituales en Inglaterra. Además de los mencionados anteriormente, hubo hermanos de la talla de Carlos Stanley y Jorge Cutting; éste último escribió un folleto llamado Laseguridad, la certeza y el gozo, en el cual demuestra que es posible tener la certeza que uno es salvo. Este folleto ya se tradujo al chino. Por medio de estos hermanos, las verdades en cuanto al evangelio fueron recobradas cabalmente. Además de estos hermanos estaba Roberto Govett, quien vio el galardón del cristiano. El descubrió que, si bien es cierto que el hombre es salvo por la fe, éste recibirá un galardón según sus obras ante Dios. La salvación se obtiene al recibir una nueva vida, mientras que el galardón se obtiene al vivirla. C. G. Spurgeon dijo una vez que Govett estaba cien años más adelantado que sus contemporáneos porque sus enseñanzas eran muy profundas. Govett enseñaba que el creyente puede ser excluido del milenio; por tanto, el creyente debe ser fiel y diligente. En segundo lugar, él enseñaba que no todos los creyentes serían arrebatados antes de la tribulación, sino sólo los que sean fieles y venzan. Durante ese lapso surgieron muchos expositores de la Biblia. Un hermano muy espiritual y famoso que escribió muchos comentarios fue G. H. Pember. Y hubo otros, tales como D. M. Panton y Hudson Taylor. Taylor escribió un libro llamado Unión y comunión, en el cual describe algunas experiencias profundas que se tienen en Cristo. Todas las verdades anteriormente mencionadas fueron descubrimientos muy grandes y, pese a que fueron recobradas, no se les puede considerar como la verdad central de Dios. Luego, Dios levantó en Inglaterra a Jorge Müller, quien aprendió muchas lecciones excelentes acerca de la oración y de tener fe en la Palabra de Dios. El enseñaba que debemos reclamar las promesas de Dios por medio de la oración, y dio testimonio de que vivía por fe en cuanto a la provisión para sus necesidades económicas. En los Estados Unidos surgió la Alianza Cristiana Misionera, entre quienes se destacaron los hermanos A. B. Simpson y A. J. Gordon. Ellos fueron personas prominentes, que incluso influyeron en Hudson Taylor de Inglaterra. Ellos vieron que los creyentes debían regresar a la experiencia de la era apostólica, cuando los hombres vivían por fe. Esa fue una importante revelación para ese tiempo, la cual actualmente ha llegado a ser muy conocida entre nosotros. Gordon y Simpson también descubrieron la verdad en cuanto a la sanidad divina y empezaron a experimentarla; esto se esparció rápidamente y obtuvo mucha publicidad, lo cual atrajo a muchos. Sin embargo, Simpson recalcaba que la vida de resurrección, y no la sanidad, vence la debilidad de la carne. El enseñaba que podemos triunfar sobre nuestras enfermedades conociendo a Cristo como el poder y el Liberador. En esos días se levantó otro grupo de personas que prestaban atención a la vida interior. Hace como sesenta años, el Señor salvó a un comerciante de porcelana llamado Roberto Pearsall Smith. El vio que la santificación brota de la consagración, lo cual difiere bastante de la santificación que mencionaba Wesley. Smith predicaba una santificación que proviene de la consagración y la fe, mientras que la santificación de la cual Wesley hablaba era una vida a la que uno llegaba gradualmente después de consagrarse. De hecho, ambas enseñanzas son válidas. Hannah Whitall Smith, que siguió la línea de Smith, escribió un libro titulado El secreto de una vida cristiana feliz. Además, Stocknell (?), Evan Hopkins y Andrés Murray continuaron la línea de la verdad acerca de negar el yo, la cual fue predicada por otros autores, como por ejemplo, la señora Guyón doscientos años antes en la Iglesia Católica. Estos creyentes empezaron a conducir conferencias en Alemania, Inglaterra y otros países, que llegaron a ser el comienzo de lo que hoy se conoce como “La Convención de Keswick”. El orador principal en esas convenciones fue Evan Hopkins. El recibió ayuda de Smith y de otros como la señora Guyón, y tuvo mucha influencia sobre muchos de sus contemporáneos. Aunque la verdad que la señora Guyon comunicó no ha sido ampliamente recibida en la historia de la iglesia, ciertamente ha influido profundamente en muchos; de hecho, hasta Wesley recibió ayuda de ella. Juan Wesley dijo una vez que deseaba que todos los creyentes leyeran los mensajes de la señora Guyón, a quien él debía mucha gracia. Dios salvó a dicha hermana en el siglo diecisiete, y por medio de ella introdujo la corriente principal del siglo diecinueve. Además de Hopkins, estaba H. C. Trumbull, que predicó en la Convención de Keswick la verdad respecto a la vida que vence. Esos mensajes recobraron sólidamente el conocimiento de la vida que vence y la manera en que los cristianos pueden experimentarla en su vida diaria. Después de Hopkins, Dios levantó a otra hermana, la señora Jessie Penn-Lewis. En las primeras etapas de su vida, ella fue muy débil físicamente y estuvo postrada en cama por largo tiempo. Durante esa enfermedad, leía los escritos de la señora Guyón y los hizo sus fieles compañeros; sin embargo, no creía que era posible practicar esa abnegación, esa fe y ese amor incondicionales, como se describe en aquellos escritos. Un día, mientras discutía con Dios, ella desesperadamente le rogó al Señor que la introdujera en esas verdades. El Señor escuchó su oración, y desde entonces la usó para que predicara el mensaje de la cruz. El hermano Holden, un exmisionero de la Misión al Interior de la China, llegó a conocer el significado de la cruz al leer los libros de la señora Penn-Lewis. Ella era una persona que verdaderamente llevaba la cruz, y por medio de sus experiencias, muchos creyentes fueron atraídos a buscar la verdad de la cruz. Por medio de estos hombres y mujeres, Dios llevó a muchos a conocer que la cruz es el centro de la obra de Dios; la cruz es el cimiento de todos los asuntos espirituales. Si uno no experimenta la obra de la cruz, no puede saber lo que es la muerte ni el pecado. Muchas personas espirituales recibieron gran ayuda de la señora Penn-Lewis, y mediante los mensajes que ella predicaba, Dios concedió a muchos la liberación. Todo esto nos muestra que la verdad divina se descubre de forma progresiva; cuanto más avanza, más completa es. A finales del siglo diecinueve, casi todas las verdades habían sido descubiertas.

EL AVANCE DE LA VERDAD DURANTE EL SIGLO VEINTE Ahora llegamos al siglo veinte, en el cual ocurrieron dos eventos importantes. El primer evento fue la rebelión de los Boxers en 1900, que ocurrió en la China, durante la cual muchos cristianos murieron como mártires. El segundo evento fue el gran avivamiento de Gales en 1904, durante el cual muchos pueblos y aldeas presenciaron la salvación de toda su población, hasta el punto de que ya no había más almas que salvar. Entre ellos hubo muchas manifestaciones pentecostales. El líder de este avivamiento fue Evan Roberts, un minero de veintidós años de edad y poca educación. Dios lo llamó de entre los humildes y le dio como compañero a Hastwell (?). Después de ser salvo, Roberts a menudo oraba con fervor en las minas de carbón. Su única oración era ésta: “Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo”. Los que lo rodeaban estaban perplejos y también impresionados por él. Poco a poco más personas se unieron a él en oración, y muy pronto las minas cambiaron. Muchos mineros empezaron a orar, y el avivamiento se esparció por todo el sur de Inglaterra. Hemos aprendido dos verdades de ellos. Primero, el Espíritu Santo comienza la obra de avivamiento con un grupo de personas que han sido doblegadas y subyugadas. No necesitamos pedirle a Dios que nos envíe un avivamiento externo; sólo debemos pedirle que nos subyugue de manera más profunda, y la vida fluirá espontáneamente de nuestro ser. Segundo, de ahí en adelante muchos comenzaron a entender la obra de los espíritus malignos. Anteriormente, aunque se hablaba del tema, no había un conocimiento cabal de ello; pero el hermano Roberts comprendió el significado de la guerra espiritual y entró en la experiencia de Efesios 6. En 1908, mientras él estaba enfermo en cama, le contó al señor y a la señora Penn-Lewis las batallas que tuvo contra los espíritus malignos. Ella se basó en ese entendimiento y en su propia experiencia posterior para escribir el libro titulado La guerra contra los santos, que ayudó a liberar a muchos creyentes que habían sido engañados. Durante estos últimos años, casi todos los mensajes que se hablan en los círculos de los creyentes espirituales son las enseñanzas de la señora Penn-Lewis; éstas son verdades en cuanto a la guerra espiritual y a la cruz. Al mismo tiempo que se producía este avivamiento, comenzó una obra nueva en la ciudad de Los Angeles en los Estados Unidos. Desde 1908 hasta 1909, en la Calle Azusa, un grupo de afroamericanos experimentó el bautismo del Espíritu Santo y empezó a hablar en lenguas. En cuanto a hablar en lenguas, es cierto que entre muchos esta experiencia se acentúa demasiado y se practica de modo incorrecto. Por supuesto, no debemos anular el hablar en lenguas, sino que debemos ayudar a otros a que tengan esta experiencia pentecostal. Por una parte, Pablo enseñaba que no todos hablan en lenguas (1 Co. 12:30), y por otra, dijo: “no impidáis el hablar en lenguas” (14:39). El primer versículo fue escrito para los que dan demasiado énfasis a este asunto, y el segundo fue dado para los que lo rechazan. Debemos prestar atención a los dos aspectos. Estas personas vieron que sólo parte de la profecía de Joel se había cumplido durante el tiempo de los apóstoles y que la lluvia tardía debía venir antes de que la profecía se cumpliese por completo. Hablando en términos espirituales, “la lluvia tardía” se refiere al presente.

LA OBRA DE DIOS HOY Y LAS REVELACIONES ACUMULADAS QUE SE RECIBEN DE ÉL Por lo mencionado podemos ver las diferentes verdades respecto de Dios que se descubrieron antes de este siglo y durante el mismo. Ahora nos preguntamos: ¿Actualmente, ¿cuál es la obra de Dios en la China? ¿Qué clase de obra está Dios haciendo hoy? Inmediatamente después de que fui salvo, escuché muchas enseñanzas de los misioneros extranjeros. Antes de 1920 casi no se escuchaban mensajes de salvación en la China, y muchos no sabían nada de ello. Pero después de 1920, se ha predicado mucho la salvación, la justificación y la regeneración. Actualmente existen más de ciento cincuenta denominaciones; pero Dios nos ha mostrado el error de formar denominaciones y de ser sectarios. El comenzó a mostrarnos, una por una, todas las verdades mencionadas anteriormente. Gradualmente empezamos a ver la victoria de Cristo, la vida de resurrección, el mensaje de la cruz, la obra del Espíritu Santo, y más. En toda la China, las personas comenzaron a entender estos asuntos. Y en el transcurso de nuestras conversaciones con los misioneros occidentales, descubrimos que muchas de estas verdades también habían sido recobradas en el Occidente. Sabemos que las verdades de Dios son acumulativas, es decir, las verdades que se revelan posteriormente no anulan las verdades que se recibieron anteriormente. Las verdades que fueron reveladas en el pasado son el fundamento de las verdades que vemos hoy. Lo que vemos hoy es la acumulación de revelaciones que hemos recibido de Dios. Cuando Dios nos abre los ojos para ver este hecho, empezamos a comprender que vivimos en la corriente de la voluntad de Dios. Esta corriente continúa lo que Dios ha llevado a cabo en las eras anteriores. A partir de 1926 empezamos a dar muchos mensajes y a testificar acerca de la salvación, la iglesia y la cruz. En 1927 concentramos nuestra atención en la obra personal de la cruz y vimos que ésta no sólo incluye la verdad de la muerte de Cristo, sino también la resurrección. En el pasado predicábamos la resurrección principalmente como un artículo de la fe, pero no lo relacionábamos con nuestra experiencia. Hoy hablamos de la resurrección como un principio de vida, como un hecho espiritual, y no como una mera doctrina. La resurrección es como un grano de trigo que muere y produce muchos granos; éste es el principio de la resurrección. Luego, Dios nos mostró lo que es el Cuerpo de Cristo y dónde se encuentra la realidad del Cuerpo. Además, empezamos a darnos cuenta de que si hay sólo una vida de Cristo, también debe haber una sola iglesia. Personalmente, yo recibí mucha ayuda de la señora Penn-Lewis. En Inglaterra el señor Austin-Sparks también recibió mucha ayuda de ella; él era pastor de una capilla bautista situada al sudeste de Londres. Más tarde, el Señor le mostró varias verdades en cuanto al significado de la resurrección y de la vida de iglesia. No podemos decir que las verdades mencionadas anteriormente no existían antes; sin embargo, no habían sido reveladas tan claramente como ahora. A pesar de esto, antes de 1928 todavía no se mencionaba nada respecto a los asuntos centrales de Dios, pero en febrero de ese año empezamos a hablar del propósito eterno de Dios. Durante ese año celebramos nuestra primera Conferencia de Vencedores, y luego una segunda. Lo que se mencionó en estas conferencias fueron asuntos relacionados con el propósito central de Dios. Pese a que habíamos recibido todas las revelaciones mencionadas, sólo en 1934 comprendimos que Cristo es el centro de todo lo relacionado con Dios; Cristo es el centro y la universalidad de Dios. Todo el plan de Dios gira en torno a Cristo. Esta es la verdad que Dios se complace en revelarnos actualmente y es el mensaje que predicamos durante esta conferencia. Esto es lo que Dios le mostró también al hermano Sparks; él vio mucho en cuanto a los vencedores que Dios busca. Los vencedores que Dios busca son un grupo de personas que toman la iniciativa de ponerse en el lugar de la muerte en nombre de toda la congregación. La relación que tienen con la iglesia es la que tiene Sion con Jerusalén. Todos los requisitos de Dios caen sobre Sion; cuando Sion es conquistada, Jerusalén está segura. Cuando Dios obtenga a Sion y a Jerusalén, se cumplirá Su propósito. Nuestros corazones están llenos de agradecimiento a Dios, ya que hemos recibido mucha ayuda de todos estos hermanos. Como Pablo dijo: “...ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno...” (Gá. 1:12). De la misma manera podemos decir que, si bien recibimos ayuda de nuestros hermanos —de Lutero, Zinzendorf, los hermanos moravos, los mensajes de Keswick— no recibimos estas revelaciones de hombre alguno. Creemos que la meta máxima de Dios es que Cristo sea nuestro todo. Un pastor ya mayor de edad, el Dr. F. B. Meyer, también vio este asunto; sin embargo, ya tenía más de noventa años cuando lo vio y, por ende, no podía hacer mucho al respecto. Creo que Dios tiene una sola obra hoy, y éste es el mensaje de Colosenses 1:18, donde dice que Dios desea que Cristo tenga la preeminencia en todo. La base de todo esto es la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo; aparte de El no hay realidad espiritual. Esta es la “verdad presente” de Dios.

UN LLAMADO Por consiguiente, ¿qué estamos haciendo hoy? Debemos responder al igual que Juan el Bautista y decir que somos una voz que clama en el desierto (Jn. 1:23). Nuestra obra consiste en hacer un llamado a los hijos de Dios a que regresen al propósito central de Dios, que tomen a Cristo como centro en todo, y que tomen Su cruz, Su resurrección y Su ascensión como la base de todo. Este es el mensaje de los capítulos uno y tres de Colosenses. Conocemos la posición que la iglesia tiene en el Nuevo Testamento y comprendemos que su posición es muy elevada y espiritual. Agradecemos a Dios por la ayuda que nos ha concedido mediante los misioneros occidentales; sin embargo, Dios hoy nos está mostrando que debemos regresar a Su propósito central. Nuestra obra actual consiste en regresar al terreno bíblico de la iglesia. Todas las verdades que Dios revela toman como punto de partida la iglesia. Dios primeramente puso a Pablo en la iglesia que estaba en Antioquía. Más tarde, Pablo fue enviado a la obra desde la iglesia en Antioquía. Todas las verdades que predicamos hoy tienen la iglesia como punto de partida. Esta es nuestra obra y nuestro testimonio. Debemos darles menos importancia a las verdades secundarias. Debemos hacer lo posible por mostrar que el Señor es la Cabeza sobre todas las cosas. No estamos aquí para perturbar las iglesias, sino que deseamos regresar a la obra inicial de los apóstoles. Debemos ser cuidadosos en todo lo que hacemos, aprendiendo a rechazar lo que venga del hombre y esforzándonos por recibir lo que provenga de Dios. Agradecemos a Dios por concedernos ser parte de Su gran propósito. Debemos humillarnos, postrarnos ante El y negarnos a nosotros mismos. Es necesario entender claramente que nuestra obra hoy no se limita a salvar almas y ayudar a otros a ser espirituales, sino que nuestra meta es lo más grandioso y glorioso. Gracias a Dios que podemos conocer “la verdad presente”. Que Dios nos conceda Su gracia para que no seamos alienados de la “verdad presente”, sino que seamos vigilantes y no permitamos que ni la carne ni el yo ganen terreno en nosotros. Que se cumpla la voluntad de Dios en nosotros.

CUATRO RESPONSABILIDADES ACTUALES Finalmente, quisiera agregar algo más. Hoy tenemos cuatro responsabilidades: (1) en cuanto a los pecadores, tenemos que predicarles el evangelio; (2) en cuanto a Satanás, tenemos que estar conscientes de la guerra espiritual; (3) en cuanto a la iglesia, tenemos que retener todo lo que vemos; (4) en cuanto a Cristo, debemos dar testimonio de Su preeminencia sobre todas las cosas. Ahora este testimonio se halla en los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, Africa y en muchas otras partes; sin embargo, el número de creyentes no es muy grande. Exteriormente, ellos son muy pobres. Debemos orar por esos lugares.


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